Leones
Es sábado por la madrugada y hace unos momentos estábamos en casa de Diego, todos cantando y bailando al ritmo de Sapito de Tatiana. Ahora, con muchas copas encima y haciendo nuestro mejor esfuerzo por no quedarnos dormidas, íbamos en la parte de atrás de un Uber, camino a casa, y yo iba perdida en mis pensamientos. Decidí fijarme por dónde íbamos y caí en la cuenta que estábamos sobre Leones. Entre semana podrá ser un infierno por el horrible tráfico, pero por alguna razón me puse a llorar, pensando en lo hermosa que se veía en la noche. En la tarde, una calle normalmente llena de carros, demasiado ruidosa, ahora descansaba bajo la luz de la luna. Ahora la gente, en vez de estar atorada en el tráfico por horas maldiciendo al aire, iban camino a casa sin ningún inconveniente, listos para descansar. Pasamos por la famosa rotonda de la casas a mitad de la avenida. Siempre nos burlamos de ella por su ridiculez, pero en este momento solo pude admirarla. Me puse a cuestionar qué tan importa