Un vacío lleno

Estoy en caída libre sobre el espacio. ¿El espacio? Pero si no hay estrellas. Quién sabe dónde estoy, solo siento que estoy cayendo. ¿Cayendo? Creo que realmente estoy volando. Volando. Sí, estoy volando. En algún lugar. No sé qué está pasando ni dónde estoy. Tampoco sé qué sentir. Me siento vacía. Triste. Deshecha. Vuelvo a sentir que estoy cayendo, hacía al vacío fuera y dentro de mí. Me siento sola. No hay estrellas, ni aire, ni tierra, ni agua, ni pájaros, ni peces, nada. Siempre ha sido así, siempre me he sentido así. Excepto que eso cambió por un tiempo. Pero ese tiempo se terminó, y volví a lo mismo, a este vacío tan familiar, ahora más profundo. 

Siento que caigo más rápido. Aunque no hay luz, siento que cada vez está más oscuro. No sé qué hice para que se acabara todo. ¿O acaso no hice lo suficiente? Pero si di todo de mí. Todo. Y aun así, no fue suficiente. Nunca es suficiente para llenar este vacío. Siento como el fondo cada vez se acerca más, aunque no exista. Solo quiero que llegué el final.

Mi cabeza, igual de vacía, de repente se llena de un pensamiento. Me acuerdo esa vez que patinamos por el parque cerca de su casa. Íbamos bien rápido de bajada, riéndonos fuerte y gritando de la emoción. Su sonrisa era tan bella. El recuerdo para de forma abrupta al recordar la última vez que pase por el parque. En este momento me doy cuenta que había dejado de caer y ahora estaba sobre una patineta, rodando en una calle llena de edificios, pero estos desaparecieron. Y me dejaron sola, otra vez, cómo siempre. También dejaron la calle vacía. Pero a mí no. Ese recuerdo, hizo que dejara de sentirme vacía. Aun faltaba mucho para llenarme, pero fue un buen comienzo. Así que decidí aferrarme a él. Como la vez que me aferre a su brazo cuando nos subimos a la montaña rusa. De repente. la calle se empezó a doblar hacía arriba y abajo, como esa montaña rusa. De repente estaba en una pista salida de Hot Wheels. Y como siempre, empecé justo en la bajada, agarrando mucha velocidad. Sentí el vacío dentro de mí convertirse en ese miedo que me hizo no querer soltarte. Supongo que era mejor sentir eso a sentir nada.

Sentía el aire en mi cara, pensando en el desastre en el que se había convertido mi pelo. Me acordé de lo segura que me sentí agarrada de ti, y poco a poco empecé a disfrutar la pista. La velocidad me acordó a cuando jugamos ese juego de carreras que tanto te encanta en tu departamento, esquivando obstáculos. De repente a la pista le empezaron a salir de los mismos obstáculos. Perdí un poco mi balance esquivando los primeros, pero poco a poco empecé a agarrar el ritmo y los empecé a esquivar con agilidad. Me hacía de un lado a otro, a veces teniendo que saltar, y sentía como poco a poco se dibujaba una sonrisa en mi cara. Estaba disfrutando esto. Sin ti. Recordé cuando intenté jugar sola y disfrutarlo, pero sin mucho éxito. Por un momento todo se congeló y me volví a sentir vacía. Triste. Sola. Como siempre.

No, no voy a desperdiciar este momento, no me voy a dejarme consumir por este sentimiento. Todo se descongeló y estaba de nuevo esquivando los obstáculos a máxima velocidad, extasiada. No voy a mentir, me encantaría que estuvieras aquí, para poder disfrutar esto contigo. Pero no te necesito para disfrutarlo. No te necesito. No te necesito. 

Sentí un peso quitarse de mis hombros. Sentí como pude respirar más hondo, sonreír más intenso y gritar más fuerte de la emoción. Empecé a escuchar mi canción favorita de repente, a mi patina le salieron cohetes y empecé a volar. Me sentía libre. 

Pero de alguna manera seguía cayendo. Al principio me dio miedo, pero me di cuenta que era bueno. Y aunque no lo fuera, estaba disfrutando este momento. Si algo peor venía después, al menos tenía algo bueno ahora, y eso fue lo único que me importó. Seguí moviendo mi cabeza al ritmo de la música y seguí esquivando obstáculos en los aires. Llegó un momento dónde no necesite mi patineta y empecé a volar como si tuviera poderes. Y así me sentía, con poderes.

La música llegaba a su fin, al igual que este momento. Poco a poco, todo se ponía más oscuro, hasta que no había nada mas que un negro infinito. Cerré los ojos, agradecida. Abrí los ojos y estaba viendo el techo de mi habitación. Sentí mi cara mojada y mi nariz llena de mocos. Me levanté al baño por papel. Después de sonarme, me vi en el espejo. Mis nariz toda roja y mis ojos hinchados, pero con una pequeña sonrisa. Antes de dormirme, me sentía desolada. ¿Pero ahora? Me sentía esperanzada. Aunque fuera poco. Todo iba a salir bien, aunque estuviera sola. 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Perdida

todo y nada

La humana