Suerte

Corría lo más rápido que podía por el bosque, mientras disparos de plasma pasaban a lado de él, demasiado cerca para su gusto. Su armadura se había destruido; por primera vez, era vulnerable en combate. Cayó al piso, sintiendo como su espalda entera le ardía. Intentó levantarse pero sin mucho éxito, su cuerpo no aguantaba el dolor. Apenas logró escuchar unas pisadas pesadas acercarse a él y una espada de energía encenderse. Lo inevitable había sucedido: su suerte se había agotado.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La humana

Perdida

Un pequeño error